Cal Siscu

Hoy hemos comido bien. De hecho, hoy hemos comido muy bien. La culpa de ello la tienen Carme y Tino, regentes de Cal Siscu. Esta bodega/vermutería/restaurante/marisquería (no sé muy bien cómo definirlo) es otra de las joyas ocultas, o no tan ocultas, de Hospitalet.

Nada más entrar te das cuenta de que estás en un sitio especial. El local es de esos que tiene solera, encanto y cierta magia. Hasta hace poco no contaba ni siquiera con un cartel o rótulo exterior que informara de que aquello era un bar. A día de hoy se puede observar el nombre del local pintado en la fachada. Fachada, por cierto, pintada y restaurada hace no demasiado.

La barra de Cal Siscu.

La barra de Cal Siscu.

Una vez en su interior, la barra, las mesas de mármol, las barricas, el suelo, el techo… todo, todo eso nos transporta al pasado, a lo que eran las bodegas de antaño, con el aliciente de que en ésta te puedes pegar una buena mariscada! El producto es de primera y siempre de temporada. Lo mejor es dejarse llevar por las sugerencias de Carme. Como plato «marca de la casa» hacen un bogavante en salsa americana. Cuando lo acabas, añaden un par de huevos fritos a la salsa que queda. Para mojar y no dejar nada, señores!

Decoración clásica de bodega. Mesas de mármol, barricas y grandes puertas de madera.

Decoración clásica de bodega. Mesas de mármol, barricas y grandes puertas de madera.

En esta ocasión no comimos bogavante y optamos por hacer un pica pica y medias raciones, para poder probar el máximo número de platos posible. Empezamos por un vermut de la casa y unas cañaillas que, todo hay que decirlo, eran de un tamaño considerable. Bueno el vermut y espectaculares las cañaillas.

El vermut de la casa.

El vermut de la casa.

Cañaillas.

Cañaillas.

A continuación nos llega este estupendo plato de calamares a la andaluza. Tiernos, sabrosos y con un rebozado perfecto fueron la previa a unas gambas de Palamós brutales (podría haberme comido mil). Por cierto, en la foto las gambas parecen pequeñas, pero no lo eran en absoluto.

Calamares a la andaluza.

Calamares a la andaluza.

Gambas de Palamós.

Gambas de Palamós.

Continuamos con algo un poco más contundente. Un mar y montaña clásico: albóndigas con sepia. Buen plato al que le faltó una pizca de sal para nuestro gusto.

Albóndigas con sepia.

Albóndigas con sepia.

Seguimos con otro clásico de la cocina catalana: cargols a la llauna. Con una potente salsa y con unos caracoles de buen tamaño íbamos acabando la comida de hoy. Platos no demasiado pesados, que nos han saciado lo necesario y nos han permitido probar muchas cosas. Todo muy recomendable, la verdad.

Cargols a la llauna.

Cargols a la llauna.

En la mesa de al lado, Tino enseñaba los bogavantes vivos a unos clientes para que escogieran uno. El que tenía en la mano fue el elegido para ser cocinado. Más abajo, una foto de otro plato que nos habían recomendado pero que no llegamos a probar: centolla acompañada de salmón y mantequilla.

Tino mostrando los bogavantes.

Tino mostrando los bogavantes.

Centolla acompañada de salmón y mantequilla.

Centolla acompañada de salmón y mantequilla.

En este punto ya pedimos los cafés. Nos ofrecieron postre, pero no teníamos más tiempo (habrá que volver otro día, no?). Lo que sí que tuvimos tiempo de tomarnos fue un chupito de crema de orujo con chocolate y cerezas.

Chupitos gentileza de la casa.

Chupitos gentileza de la casa.

El local cuenta con numerosos detalles que te hacen viajar al pasado. Mucha gracia me ha hecho ver la pegatina del mundial del 82 con Naranjito!! Más abajo os dejo una foto de la cuenta para dos personas, incluyendo un vermut, tres copas de cerveza y una copa de vino. Teniendo en cuenta el producto y su calidad, encuentro un precio muy adecuado.

Pegatina de Naranjito en la puerta.

Pegatina de Naranjito en la puerta.

La cuenta para dos.

La cuenta para dos.

Resumiendo, Cal Siscu es un local recomendado para diferentes momentos. Puedes venir a hacer el vermut y pedir unas anchoas, puedes simplemente tomarte un vinito o, nuestra opción recomendada, puedes sentarte y dejarte llevar por un tipo de cocina poco frecuente en Hospitalet, que seguro te encantará. Además estarás atendido de maravilla y te harán sentir como en casa.

Fachada del edificio.

Fachada del edificio.

CAL SISCU: C/ Dr. Marti Julià, 82 – Hospitalet

Teléfono: 660 169 814   (CERRADO LOS LUNES)

 

La Perla de la Torrassa

Hace unas semanas, después de haber cenado de maravilla en El Pràctic, fuimos a la coctelería Tirsa y allí empezamos a hablar con Enric (uno de los barmans). Hablamos un poco de todo, pero básicamente sobre gastronomía, y salió el tema de los restaurantes poco conocidos. Esos bares o restaurantes que, pese a ofrecer auténticas maravillas culinarias, no se encuentran entre los más populares de la ciudad. Siempre he pensado que esos lugares son lo que merece la pena conocer. Y así fue como llegamos a La Perla.

«La Perla es un bar-restaurante ubicado en la calle Holanda, en la Torrassa, donde os comeréis uno de los mejores pulpos de Barcelona» decía Enric. Con esa tarjeta de presentación no nos quedó más remedio que ir a investigar.

«Cuidado con las raciones, son de un tamaño considerable» o «la relación calidad/precio es buenísima» fueron las frases que nos acabaron de convencer. Así que no hemos tardado mucho en desplazarnos hacia allí para poder comprobar lo que nos decía Enric.

La entrada al bar (no hay foto, se me pasó) es de esas que no inspira mucha confianza, pero eso nunca nos ha echado para atrás. Llegamos sobre las 13h y encontramos al dueño limpiando. Por lo que parecía, la noche anterior había sido movidita. El aspecto interior del local no se diferencia mucho del exterior. Una barra donde se amontonaban vasos y platos del día anterior nos daba la bienvenida. Sin embargo, todos estos detalles pierden importancia cuando continúas mirando. Almejas, berberechos frescos, pulpo y alguna cosilla más asomaba por la barra.

Nos sentamos. Le comentamos que nos gustaría probar un poco de todo y que preferíamos medias raciones. Casi antes de empezar a hablar ya teníamos en la mesa una botella de turbio bien fría, con sus correspondientes cuencos.

Riberiro bien frío

Vino turbio, bien frío.

El dueño (una persona bastante inquieta y nerviosa) nos empezó a recomendar algún que otro plato, ya que no había carta, o al menos nosotros no la vimos. Nos decantamos por una fritura variada, unas almejas a la marinera, unos berberechos al vapor y el pulpo (cómo no).

«¿Queréis un poco de pan?» nos comenta. «Sí, gracias.» contestamos.

Llega la fritura. Una buena ración, la verdad. Nos hizo dudar sobre si era media o una entera. Calamares, boquerones y chipirones, todo ello perfectamente cocinado. Una fritura ligera, suave y nada aceitosa.

Bar la Perla

Fritura de pescado.

El pan no viene. Pero sí que llega una buena ración de berberechos al vapor también en su punto exacto y con un sabor espectacular. El vino, sin ser nada del otro mundo, cumple su función.

«¿Queréis un poco de pan? ¿Os corto un poco de pan?» Nos vuelve a decir el dueño.

«Sí, por favor» Contestamos.

Sin noticias del pan. ¡Pero llegan las almejas a la marinera! Otra buena ración, con una salsa muy sabrosa (aquí sí que necesitaremos el pan). En ese momento escucho por tercera vez: ¿Os traigo un poquito de…?

Y llegó el pan!!

Bar La Perla

Almejas a la marinera.

Al ser las raciones de considerable tamaño, ya empezábamos a notar el estómago algo lleno. En ese momento nos llega un platazo de pulpo, con patatas (recién cortadas y fritas) y pimientos de Padrón. Brutal. Buenísimo. Ahora volvemos a acordarnos de Enric, del Tirsa e interiormente le damos las gracias.

Pimientos de Padrón.

Pimientos de Padrón.

El pulpo.

El pulpo.

A estas alturas de la comida, hacemos un pequeño descanso y me pongo a hablar con el dueño. Me comenta que otro día, antes de venir, es conveniente reservar. Por lo visto tiene reservas ya para todo lo que queda de año. También me enseña, con una mezcla de orgullo y nostalgia, una foto suya de hace unos años. Todo un personaje!

El dueño de La Perla.

El dueño de La Perla.

El dueño de La Perla.

El dueño de La Perla.

«¿Queréis unos chupitos?» nos pregunta mientras saca cinco botellas de la nevera. «El de café lo hago yo y está buenísimo». Nos deja las botellas sobre la mesa y nos pregunta si queremos postre. Pedimos Tarta de Santiago, pero sólo una ración.

El licor de café está espectacular, por cierto.

Los chupitos.

Los chupitos.

Tarta de Santiago.

Tarta de Santiago.

Con la tarta nos llega también una especie de vino dulce. Nos explican que es para mojarla. Como nosotros solemos hacer caso a casi todo lo que nos dice el dueño de un local, procedemos. Buenísimo.

En este punto me planteé lo que nos podría costar la comida. Sin precios, andaba algo perdido. Pensé en la calidad del producto y en el volumen de los platos. Tomé como referencia algún restaurante de Barcelona y pensé que la cosa estaría cercana a los 70€. Me puse otro chupito.

Pedimos el café. La verdad es que estaba bastante bueno, aunque algo largo para mi gusto.

Café.

Café.

Pedimos la cuenta. No nos entregan, ni nos enseñan ningún papel, pero nos dice que son 38€. Genial. Hacía tiempo que no me cobraban menos de lo que creía en un restaurante. Salimos muy contentos, ya que nos encanta descubrir lugares nuevos, medio desconocidos, con buen producto.

Un bar con encanto al cual debéis ir si os ha gustado lo que habéis leído aquí. Bar La Perla, calle Holanda 61. Hospitalet de Llobregat. El sitio es muy pequeño, así que se recomienda llamar antes: 93 332 92 94